Se estrenó "Muerte en Buenos Aires", el film con Chino Darín, Kuliok y Arana
El misterioso asesinato de un hombre de la más alta alcurnia porteña, secretamente vinculado al ambiente gay en pleno destape ochentoso, es el puntapié de la ópera prima de Natalia Meta encabezada por el "Chino" Darín y el mexicano Demián Bichir, que este jueves llega a las salas de cine.
No sabría explicar por qué, pero cuando hace muchos años ví "Secreto en la montaña" (2005) salí convencida de que si esa historia hubiese ocurrido en la Argentina, en vez de vaqueros, hubiera sucedido entre policías", dijo a Télam Natalia Meta en referencia al filme estadounidense sobre dos cowboys que se enamoran mientras trabajan en el pastoreo de ovejas.
"Muerte en Buenos Aires" se ubica a comienzos de los años ochenta: ya en democracia, en el aire la libertad todavía tenía sabor a nuevo y las expresiones artísticas, culturales y sexuales empezaban a florecer en formas inesperadas. Era la seductora Buenos Aires del destape y es esa época que ambienta esta historia.
"La película no es nada naturalista y los 80 son una buena excusa para darle cierto exotismo sin enrarecerla, porque en ese momento había un tipo de glamour que no resultaba bizarro", explicó la realizadora sobre el filme que originalmente había sido pensado como una serie de televisión.
"Muerte en Buenos Aires" comienza con un crimen: "Copito", uno de los coleccionistas de cuadros más reconocidos de Buenos Aires, aparece muerto en su lujoso departamento. El agente Gómez (Darín), un joven y novato policía, es consignado a preservar la escena del crimen hasta que la brigada de investigaciones se haga presente en el lugar.
Y es allí donde conoce a Chávez (el mexicano Bichir), un oficial de larga data, cansado, de modos poco amables pero con una reputación intachable en materia de crímenes resueltos, y a Dolores (Mónica Antonópulos), su sensual compañera.
¿Se trató de un robo? ¿Fue un asesinato por encargo? ¿Un ajuste de cuentas? ¿Un crimen pasional? Las hipótesis son amplias y las pruebas, pocas. Y es en ese ir y venir de preguntas y respuestas que, atraído por la experiencia de Chávez, el joven oficial se ofrece a colaborar con la investigación.
Cuando se descubre que la víctima era un reconocido (aunque encubierto) habitué del mundillo gay porteño, la trama comienza a codearse con los excesos de la noche, el sexo por dinero, el narcotráfico y la corrupción.
El rol de Gómez, en tanto oficial de belleza considerable pero sin demasiada experiencia, es entonces la carnada para atrapar al principal sospechoso, Kevin González (un brillante Carlos Casella), labor que incluye una osada escena de sadomasoquismo.
Pero en medio de la investigación, el vínculo de ambos policías se va transformando en una tirante cercanía entre magnética e incómoda que pareciera trascender los límites del caso.
"Sin el Chino Darín no hubiera podido hacer esta película. Necesitaba a alguien con un tipo de seducción capaz de despertar el deseo en un hombre, que hasta el menos imaginado se podía enamorar de él", resaltó la directora sobre la elección del personaje principal.
Y en tren de repasar los actores que dan vida al filme, la realizadora destacó que la Buenos Aires de los 80 funciona como una protagonista más: "De acuerdo con las reglas del policial negro, la historia debe tener una ciudad preponderante y, a mí, Buenos Aires me salió más linda que nunca".
Por último, consultada acerca de la experiencia de trabajar en un policial, Meta reveló que "originalmente la película no era de género".
"No se trataba de un policial sino que simplemente estaba protagonizada por dos oficiales. El resultado final fue un híbrido donde el mundo policial terminó fundiéndose con el universo de la noche porteña", concluyó
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